Estaban las tres, tiradas en el sillón. Sobre cada una de ellas había un plato de fideos. Frente a ellas, la televisión.
En el sillón, con una frasada arriba y luego los platos, veían una película de terror. Aunque lo más lógico sería gritar del miedo, ellas reían.
Se fueron los platos con fideos, y aparecieron los vasos con los super-postres de frutilla, dulce de leche, chocolate, merengue, más frutillas, crema y más más frutillas. En la pantalla de la televisión, creo que se estaba levantando un cadaver sangrando de una camilla, pero ellas solo le gritaban al gato. "Más sangre, más sangre, ¡Michi!" y reían.
Una de ellas, se intentó tapar, pero la otra y dijo "No mires, no mires" y la destapó. Por un momento quizo matarla. Ella era muy miedosa. Pero luego rió. Esa película no daba miedo. Daba risa. El pacman gigante del final arremató una serie de malos efectos especiales.
Después, al terminar la película, seguían riendo. Aunque era mala, cada sombra que había las "asustaba" (Gritaban, corrían y luego reían). Fueron a la habitación, a acostarse, pero siguieron despiertas hasta tarde.
Una de ellas despertó con la otra tirada ensima. Eso fue realmente gracioso.
No sé si sabían que esa noche iba a ser recordada para siempre.
¡Extraño 6to grado!
AJAJAJA,LAS AMO.
ResponderBorrarYo también. Creo que esa fue una de mis mejores noches, lejos.
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